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EL QUID DE LA CUESTIÓN EN LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA GLOBAL: CÓMO GARANTIZAR QUE TODOS SE BENEFICIEN DEL PRÓXIMO BOOM MINERO

Por: Jessica Smith, catedrática de ingeniería, diseño y sociedad y directora del Programa de Postgrado en Ingeniería y Ciencias Humanitarias de la Colorado School of Mines; John Bradford, catedrático de geofísica y vicepresidente de Iniciativas Globales de la Colorado School of Mines, y Armando Gallegos, profesor de gestión estratégica y rector de GĚRENS en Lima, Perú.


A medida que aumenta la necesidad de sustituir cuanto antes el petróleo y el gas por fuentes de energía renovables, se impone una dura realidad. La cantidad de materias primas necesarias para construir paneles solares, parques eólicos, estaciones de recarga, baterías y similares es enorme. Otro de los requisitos de la transición energética, que a menudo se pasa por alto, es la infraestructura necesaria para gestionar la captura, utilización y almacenamiento del carbono. Muchos de los materiales necesarios para la construcción de estas dos infraestructuras son los mismos, lo que complica aún más la tarea.

Por ejemplo: el cobre es un metal básico, fundamental para la electrificación, y se necesitan enormes cantidades para construir vehículos eléctricos, turbinas eólicas y líneas de transmisión. Para cumplir los objetivos de descarbonización de cara a 2050, se calcula que el mundo necesitará en los próximos 25 años tanto cobre como el que se ha producido en toda la historia de la humanidad. Pero las necesidades son igual de retadoras para materiales más exóticos como el litio. Las estimaciones sugieren que, si no se produce una nueva tecnología de baterías revolucionaria, la producción de litio tendrá que multiplicarse por diez de aquí a 2035. 

Además del cobre y el litio, para la transición energética se necesitan decenas de otros minerales esenciales como el aluminio, níquel, hierro, cobalto y galio. Aunque el desafío técnico de producir toda esta materia prima es enorme, primero debemos superar las barreras sociales. Este obstáculo es también una oportunidad para garantizar la mejora en materia de salud y bienestar de las comunidades aledañas a las actividades mineras.

Las universidades pueden desempeñar un papel fundamental a la hora de abordar los desafíos técnicos y sociales interconectados, así como a la hora de facilitar el diálogo entre las partes interesadas. El principal reto en muchos países con abundantes recursos es que las compañías mineras se ganen y mantengan la confianza diseñando proyectos que sean bien recibidos y generen beneficios para todos. 

Las comunidades y los gobiernos locales y regionales suelen temer, con razón, que la minería provoque cambios medioambientales y sociales sin un desarrollo económico sostenible. Sin embargo, cuando se hace bien, la actividad minera puede crear un valor medioambiental, social y económico compartido entre las compañías, los gobiernos y las comunidades locales.

Conciliar la aceptación social con la presión para ampliar rápidamente la producción de minerales de transición energética es clave. Según un estudio reciente de la Universidad de Queensland, más de dos tercios de los proyectos mundiales de minerales en transición energética –que abarcan cobre, mineral de hierro, níquel, litio, zinc y elementos de tierras raras– están ubicados en territorios pertenecientes a pueblos indígenas y agricultores de subsistencia o adyacentes a ellos. 

El estudio también descubrió que la mayoría de esos proyectos estaban situados en zonas con condiciones adversas para los procesos de permisos, consulta y consentimiento establecidos por las Naciones Unidas. La investigación advierte que la presión del mercado para ampliar la producción de minerales podría poner en mayor peligro a poblaciones, ya de por sí vulnerables  –y, de paso, erosionar aún más la percepción pública de la industria–, si no se siguen los procedimientos adecuados para obtener un consentimiento genuino.

En Estados Unidos de América, la recientemente aprobada Ley de Reducción de la Inflación exige que la mayoría de los minerales de transición energética se obtengan en el país o en una nación que tenga un acuerdo de libre comercio con ellos. Con la normativa actual, el plazo para poner en marcha una nueva mina en USA es de 20 a 30 años, por lo que es poco probable que puedan satisfacer la demanda interna, lo que significa que gran parte del crecimiento recaerá en los socios comerciales. 

En cuanto a los minerales de transición energética, es probable que el crecimiento de la oferta se produzca sobre todo en los países ricos en recursos de América del Sur. Perú, por ejemplo, cuenta con un gran número de proyectos de este tipo. El país y la región tienen la oportunidad de mostrar cómo puede abordarse la doble prioridad de la acción por el clima y el desarrollo sostenible de la comunidad mediante las mejores prácticas de participación de las partes interesadas.

El desafío de conciliar la minería de mediana y gran escala con otros medios de subsistencia económicos también planteará la cuestión de la minería artesanal y a pequeña escala (MAPE). En Perú, un estudio reciente de la Universidad del Pacífico y la ONG Solidaridad calcula que entre 200,000 y 300,000 personas trabajan directamente en la MAPE, aunque la cifra podría ser mayor debido al carácter informal de la mayoría del trabajo en este sector. Una mano de obra de estas dimensiones es significativa, dado los trabajadores de la minera formal del país se estiman en 230,000 personas. 

En la actualidad, la mayor parte de la actividad de la MAPE está relacionada con el oro, cuya producción aumenta con los precios globales del metal. Si los mercados de minerales de transición energética siguen en alza, serán más atractivos para los mineros informales. Aunque la MAPE constituye un modo de vida viable para muchas personas, también está asociada a una serie de riesgos medioambientales, sanitarios y sociales, y puede prolongar –en lugar de romper– los ciclos de pobreza.

Tanto si se trata de una operación formal como informal, los gobiernos nacionales, las comunidades locales y el sector deben trabajar juntos para garantizar que las personas que viven cerca y trabajan en proyectos de minerales de transición energética vean los beneficios y sean justamente recompensadas. 

Las comunidades mineras de todo el mundo reclaman iniciativas firmes para crear un sólido nexo entre la minería y el desarrollo socioeconómico. De hecho, lo que se necesita es un "círculo virtuoso" entre minería y desarrollo regional. 

Los motores del referido círculo virtuoso son: a) construir una visión compartida y un plan a largo plazo para el desarrollo de cada territorio minero, b) implementar un conjunto de políticas públicas para abordar las carencias de los gobiernos locales, el uso ineficiente de las regalías mineras y el canon, la migración laboral y la volatilidad de los ingresos mineros, y los impactos acumulativos de los proyectos mineros en un mismo territorio; y c) adoptar mejores enfoques para que las compañías privadas creen valor compartido con las comunidades más cercanas a sus operaciones.

Las principales empresas mineras han incorporado explícitamente la creación de valor compartido en el núcleo de su propuesta de valor. La declaración de propósitos de Newmont Corporation es "crear valor y mejorar vidas a través de una minería sostenible y responsable", mientras que la de Anglo American hace hincapié en "Reimaginar la minería para mejorar la vida de las personas". BHP, el mayor productor de cobre del mundo, afirma: "Nuestro propósito es unir a las personas para construir un mundo mejor". Al mismo tiempo, estas promesas pueden sonar vacías cuando se deteriora el compromiso de las partes interesadas y los resultados medioambientales.

Las universidades pueden y deben desempeñar un papel vital a la hora de facilitar esta cooperación y entendimiento. Como intermediario honesto que comprende la perspectiva del gobierno, el sector y la comunidad, pueden fomentar las conversaciones que conducen a un mejor entendimiento y a soluciones mutuamente beneficiosas.  

Igualmente, las universidades educarán y desarrollarán la próxima generación de ingenieros y líderes comunitarios. Con una integración eficaz de los conocimientos técnicos y la comprensión del impacto comunitario, estos futuros gestores y promotores de proyectos mineros dispondrán de un conjunto de herramientas para integrar mejor a las comunidades en la mejora de la salud y la prosperidad compartida.

Artículo traducido con la autorización de: Real Clear Energy Newletter. https://www.realclearenergy.org/articles/2023/02/19/the_global_crux_of_the_energy_transition_making_sure_everyone_benefits_from_the_coming_mining_boom_882436.html


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